lunes, 18 de marzo de 2013

Al Papa le falta un pulmón


Por Javier Moreno  -  En la mañana del 14 de marzo leía en la prensa que al nuevo Papa proveniente de los jesuitas, Francisco, le falta un pulmón. Se lo extirparon al parecer hace tiempo. Por asociación de imágenes acudió a mi memoria aquello que había escrito Juan Pablo II de que la Iglesia había de respirar por sus dos pulmones, que son Oriente y Occidente. Y me vino entonces la peregrina idea – ¡qué alocada es la imaginación! – de que ese pulmón que le falta a Francisco se encuentra en Oriente…

Para que los dos pulmones se reencuentren y vuelvan a funcionan al unísono, multiplicando, por así decir, su potencia oxigenadora, no parece que sea lo mejor el que las diversas comunidades, tanto de Oriente como de Occidente, permanezcan enclaustradas en sus ortodoxias confesionales y en sus mezquindades nacionales. Más bien, conviene que aprendan a conocerse mutuamente y a mezclarse, superando excomuniones mutuas, siempre centradas y recentradas una y otra vez en el Evangelio de Cristo. Ojala el Papa actual contribuyera algo a romper estas rigideces porque, independientemente del mayor o menor fundamento bíblico de su ministerio, es un ‘ministerio de hecho’ porque así es reconocido por muchos millones de personas, que a través de él pueden llegar (de alguna manera) a Cristo. Siempre hay que favorecer lo bueno y lo verdadero allí donde se encuentre, aunque sigamos pensando que donde se encuentra no es el mejor lugar.

En cuanto a las comunidades ortodoxas, sería bueno que abandonaran igualmente toda autosuficiencia eclesial. Mucho se criticó, y con razón, la afirmación del documento vaticano Dominus Jesus de que la Iglesia de Cristo permanece en la Iglesia Católica y fuera de ella hay a lo sumo ‘comunidades eclesiales’. Pero es que el mismo tipo de afirmación, referido a la Iglesia Ortodoxa, se ha proclamado con la máxima solemnidad por sínodos ortodoxos de los últimos años.  Pero si hay verdad y santidad fuera de esas iglesias, cosa para algunos de nosotros evidente, es que ellas no se identifican con la Iglesia de Cristo y son sólo una parte, con la consecuencia de que habrán de acudir a otras a completarse con aquellos dones de que carecen o que no tienen tampoco en plenitud. Efectivamente, el “intercambio de dones” es lo mejor, aquello que puede redundar en una “mayor gloria de Dios”, como dirían los jesuitas. Y la excomunión de los otros, en cambio, empobrece a uno mismo, a aquél que la practica.
  
                                  VIVE Y DEJA VIVIR. RESPIRA Y DEJA RESPIRAR…  
         

No hay comentarios:

Publicar un comentario